Los nuevos alquimistas
Artistas contemporáneos que hacen de la tecnología materia poética
_Redacción
Si el siglo XX convirtió la máquina en objeto de representación, el XXI la ha vuelto método, coautor y, a veces, adversario. Más allá de la moda del “arte digital”, hay creadores que están redibujando los límites de la práctica artística mediante el uso radical de tecnologías: desde la inteligencia artificial hasta los entornos inmersivos. Estos son algunos de los nombres y estrategias que marcan el pulso.
Refik Anadol: los datos sueñan
El artista turco, uno de los más influyentes del presente, convierte archivos masivos de datos —colecciones de imágenes de la NASA, millones de fotografías anónimas— en paisajes en movimiento. Sus piezas son como cerebros visuales: proyecciones de memoria artificial.
En “Unsupervised” (MoMA, 2022) Anadol alimentó un sistema de machine learning con la colección completa del museo. El resultado no fue una copia, sino una deriva hipnótica de formas que parecen recordar y olvidar al mismo tiempo.
Hito Steyerl: la sospecha digital
La artista alemana, crítica feroz de la economía de la imagen, utiliza instalaciones audiovisuales y software para cuestionar cómo los algoritmos moldean nuestra percepción del mundo. Obras como How Not to Be Seen o Factory of the Sun exploran la vigilancia, la obsolescencia y la política de los datos.
Steyerl no busca asombrar con tecnología, sino exponer las grietas que ésta genera.
Ian Cheng: ficciones que se actualizan solas
Sus obras son simulaciones vivas: entornos digitales que, gracias a sistemas autónomos, cambian y evolucionan con el tiempo sin repetir jamás el mismo estado. Cheng habla de “arte como software” y de “historias eternamente incompletas”. La trilogía Emissaries es un ejemplo radical: narrativas generadas en tiempo real donde la inteligencia artificial decide los acontecimientos.
TeamLab: el espacio líquido
El colectivo japonés combina sensores, proyección y programación para construir espacios inmersivos donde la obra no es fija ni está enmarcada. En sus salas, el visitante camina entre flores que brotan a su paso o corrientes de luz que reaccionan a su movimiento. El museo deja de ser un lugar para contemplar y se convierte en un ecosistema que responde.
Taryn Simon + Trevor Paglen: la máquina como archivo oculto
En proyectos conjuntos como Training Humans o ImageNet Roulette, estos artistas trabajan con bases de datos que alimentan la inteligencia artificial y revelan su sesgo. Su estrategia es de desenmascaramiento: mostrar que detrás de cada sistema de reconocimiento hay una construcción ideológica.
Lo que está en juego
Estos artistas no buscan hacer “arte tecnológico” sino explorar lo que la tecnología hace a nuestra mirada: ¿puede un algoritmo imaginar? ¿qué significa autoría cuando el proceso es autónomo? ¿somos espectadores o sujetos vigilados?
