Más allá del píxel
Tecnologías emergentes que están cambiando el arte
_Redacción
No se trata ya de hablar de realidad virtual o inteligencia artificial como si fueran novedades. En la última década ha aparecido un conjunto de tecnologías que no solo amplían los medios de producción artística, sino que están alterando la naturaleza misma de lo que entendemos por obra, autor y experiencia estética. A continuación, un mapa de tendencias que no son moda, sino síntomas de un cambio profundo.
Biotecnología y arte vivo
El uso de organismos vivos como soporte artístico deja de ser provocación para convertirse en investigación estética. Laboratorios como SymbioticA (Australia) colaboran con artistas que trabajan con cultivo de tejidos, bacterias y ADN. La pieza ya no se pinta ni se esculpe: se cría.
Ejemplo: las obras de Oron Catts y Ionat Zurr, que cultivan pieles o células como si fueran esculturas.
Neuroarte y control cerebral
Sensores EEG y dispositivos BCI (Brain-Computer Interface) permiten que el cerebro genere, sin intermediación de la mano, imágenes y entornos. En instalaciones recientes, las ondas cerebrales del público se convierten en sonido, color o movimiento en tiempo real.
Esto no es una metáfora: la mente, literalmente, es parte del lienzo.
Materiales inteligentes
Nuevos polímeros, tintas conductivas y estructuras programables permiten esculturas y pinturas que cambian de forma o color según estímulos externos (luz, temperatura, contacto). Las obras tienen comportamiento propio: se pliegan, se contraen, se deshacen.
Blockchain y obra mutable
El NFT fue solo el titular. Lo interesante es cómo el blockchain permite obras que registran cada modificación: piezas que cambian de forma o de contenido cada vez que se venden, y cuyo historial está escrito en el contrato inteligente. La obra se convierte en una biografía digital, con cada propietario actuando como coautor.
Inteligencia artificial explicativa
La siguiente generación de IA en arte no se limita a generar imágenes: ahora también explica sus decisiones, mostrando cómo se ha construido la obra. Esto está dando lugar a proyectos donde la pieza es tanto la imagen final como el proceso transparente del algoritmo.
Experiencias cuánticas
Todavía en estado experimental, varios laboratorios trabajan con visualizaciones basadas en computación cuántica. La idea no es representar el mundo, sino representar el cálculo: ver en tiempo real cómo colapsan probabilidades en patrones visuales.
Un cambio en la noción de arte
Lo que une a estas tecnologías no es el espectáculo, sino algo más radical: la obra deja de ser un objeto estable. El arte se vuelve sistema, organismo, red de datos, flujo. Ya no hay final, ni siquiera versión definitiva. Lo emergente no es la tecnología: es una forma de pensar.
