Nonia Villa

“Busco que la belleza sea la puerta de entrada, pero que detrás siempre haya algo que contar.”

_Raúl Ordás

Hay artistas cuya obra se percibe antes de entenderse: se siente en la textura, en el color, en el gesto que parece seguir vibrando sobre la superficie. Nonia Villa pertenece a esa estirpe. Su trabajo, profundamente vinculado a la tierra leonesa y a su paisaje, combina la intuición y el orden, lo orgánico y lo geométrico, la emoción y el concepto. Pintura, instalación y escultura se entrelazan en su trayectoria como lenguajes complementarios de una misma búsqueda: la de una belleza con sentido, un equilibrio entre la materia y la idea.

En esta conversación, la artista reflexiona sobre su relación física con los materiales, la influencia del territorio, el diálogo entre libertad y control, y la evolución de su obra hacia una naturaleza reinventada, habitada por pájaros y libélulas.

 

Tu obra tiene una presencia muy fuerte de la materia y del gesto. ¿Cómo nace esa relación con los materiales y qué papel juega la experimentación en tu proceso creativo?

“Creo que mi relación con los materiales nace de una necesidad muy física de sentir lo que hago. Siempre me ha fascinado la textura, esa tridimensionalidad que casi puedes tocar con la vista. Me encanta pensar que una obra puede despertar el deseo de tocarla, igual que esa escena de Amélie en la que ella hunde la mano en las lentejas… para mí, trabajar con materia es algo parecido. Busco que quien mire mis piezas también “sienta” con los ojos.”


Eres una artista profundamente vinculada a León. ¿Qué influencia ejerce el paisaje, la luz o la memoria de esta tierra en tu trabajo?

“Mi obra está muy vinculada a esta tierra. Creo que viene de haber crecido viéndola y también viéndola a través de la obra de mi padre, que siempre ha pintado las tierras de Rueda. Me inspiran esos tonos ocres, la luz seca, las nieblas que se difuminan el horizonte. Me encantan los campos que parecen un patchwork de marrones y amarillos pajizos, tan propios de aquí. Si hubiese vivido en otro lugar, mi paleta sería otra, pero esta tierra marca la forma en que miro y siento, una paleta de colores en calma, suaves, nada vibrantes.”


En tus piezas se percibe una tensión entre lo orgánico y lo geométrico, entre lo que surge y lo que se ordena. ¿Qué buscas al confrontar esos dos lenguajes?

“Creo que esa mezcla me define incluso más como persona que como artista. Tengo una parte muy libre, muy de dejarme llevar y probar sin pensar demasiado, y otra parte muy organizada, que necesita tener claro hacia dónde va. En mis exposiciones todo está muy ordenado y pensado, tiene que funcionar estéticamente, sino no me vale, odio la “antiestética”, pero dentro de ese orden siempre hay espacio para lo inesperado. Me gusta que haya un punto de surrealismo, de humor, de libertad, de ahí que plantee mis exposiciones como intervenciones del espacio. Esa combinación entre control y espontaneidad, pero sin  descuidar la belleza y la intención me parece que me define.”


Tu trayectoria combina pintura, instalación y otros medios contemporáneos. ¿Cómo decides el formato o la técnica adecuada para cada idea?

“Siempre parto de una idea o una emoción concreta, y a partir de ahí pienso en cómo quiero contarla. La puesta en escena suele ser lo primero que imagino, y eso me va guiando hacia las piezas que la completan. En los últimos años he comenzado con la escultura y luego voy sumando elementos que amplían el discurso. Me gusta que cada técnica aporte algo distinto y que, juntas, muestren todas mis facetas. Siempre intento que convivan pintura, escultura e instalación, porque creo que así se entiende mejor quién soy como artista.”


El arte actual se mueve entre lo íntimo y lo político, lo visual y lo conceptual. ¿Dónde situarías tu obra dentro de ese mapa?

“Mi obra se mueve entre lo íntimo y lo conceptual. Siempre busco la belleza, que el espectador se sienta a gusto, que esté en un espacio agradable, pero detrás hay una idea que sostiene todo. En la facultad descubrí el arte conceptual y me marcó muchísimo. Desde entonces, cada exposición ha nacido de una intención o un mensaje, a veces incluso crítico. Representación de una vida, Pájaros en la cabeza o A mesa puesta son ejemplos de ello: parecen obras bonitas, pero en el fondo hablan de cómo vivimos, de lo que se nos impone y de la libertad de pensar diferente. Me gusta que la estética sea la puerta de entrada, pero que detrás siempre haya algo que contar.”


Has expuesto tanto en espacios institucionales como en entornos más alternativos. ¿Cambia tu manera de crear o de presentar la obra según el contexto?

“Para mí el entorno es importante, así que siempre lo tengo en cuenta. No me importa exponer en una galería o en un espacio alternativo, pero sí me parece esencial adaptar la presentación. Igual que en un evento, no es lo mismo trabajar en un salón blanco que en uno con mucho carácter. No cambio la obra, pero sí pienso cómo montarla para que funcione con el espacio. Me gusta que todo dialogue y que el conjunto tenga esa coherencia estética de la que siempre hablo, al final, te guste ó no, creo que el espacio también forma parte de la obra.”


¿Qué te interesa explorar ahora? ¿Hacia dónde sientes que evoluciona tu trabajo, o qué te gustaría investigar en tus próximos proyectos?

“Ahora mismo me interesa seguir explorando la naturaleza. Los pájaros siguen conmigo, los llevo siempre en la cabeza, pero también he llevado siempre libélulas. Para mí simbolizan la ligereza, la transformación y la libertad, algo que busco cada vez más. Creo que estamos perdiendo el contacto con lo natural y eso nos está volviendo un poco locos. La ciudad se ha convertido en una jungla en el peor sentido, y yo necesito volver a la otra jungla, la real.

Estoy trabajando en piezas que mezclan pintura, escultura y collage, con hojas, papeles, metales y libélulas de alambre. Quiero que formen un conjunto, pero que cada una pueda vivir también por separado, como fragmentos de naturaleza que se pueden llevar a casa. Es mi forma de devolver algo de calma y de vida a los espacios que habitamos.”

 

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